Ahora ya entiendo que la razón por la que el tiempo no quiso recoger mis lágrimas fue porque su labor era enseñarme que no se puede ser fuerte con lo que es tu debilidad...!
No te aferres al pasado
ni a los recuerdos tristes.
No abras la herida que ya cicatrizó.
No revivas los dolores y sufrimientos antiguos.
Lo que pasó, pasó…
De ahora en adelante,
pon tus fuerzas en construir una vida nueva,
orientada hacia lo alto, y camina de frente,
sin mirar atrás.
Haz como el sol que nace cada día,
sin pensar en la noche que pasó.
Vamos, levántate…
¡porque la luz del sol está afuera!
Jaime Sabines
Me siento mal por algo que ya no debería de importarme. Es una sombra que siempre me acompaña, me resulta demasiado pesada, creo que se llama pasado. Sueño con que llegue el momento en el que le pueda decir adiós y deje de atormentarme. Quizás a ti también te pasa o te ha pasado alguna vez.
Una cosa es tropezar dos veces con la misma piedra y otra muy distinta es encariñarse con ella… Pues bien, me parece que somos el vivo ejemplo de lo segundo. En realidad me niego a creer que el roce hace el cariño porque resulta un tanto insensato amar algo con lo que te tropiezas y haces daño.
He oído por ahí que la vida tiene tres accidentes geométricos: círculos viciosos, triángulos amorosos y mentes cuadradas. Creo que de alguno de ellos nos podemos examinar y sacar matrícula de honor. Me pregunto qué estamos haciendo mal para caer una y otra vez en los mismos bochornosos infiernos.
Es difícil hablar de esto, porque hacerlo significa reconocer que vivimos enganchados a parte de nuestro pasado y que nuestras emociones pretenden vivir en él. Y entonces es cuando me da por pensar y me pregunto si no era el tiempo el que lo curaba todo, porque si es así lo está haciendo realmente mal…
De todas formas he llegado a la conclusión de que hemos sido estafados por un villano, pues yo hasta ahora solo he podido comprobar que el tiempo acomoda al sufrimiento en su sala de estar.
Vivir con esa esperanza es lo que nos está matando, por eso creo que ha llegado el momento de afrontarlo y aceptarlo. Al fin y al cabo las que ahora revivimos no son las únicas penurias de nuestro pasado, solo que a las anteriores las superamos plantándoles cara y ya no duelen… Supongo que esta vez fue diferente porque el dolor nos cogió por sorpresa y con las defensas bajas.
Es probable que mires a tu alrededor y que todo esté bien, pero que de repente sientas una profunda tristeza que te invade, que se tiñe de culpa y que te produce un gran pesar. Es un resentimiento complicado porque no responde a nada, de hecho nos solemos responsabilizar de esto, tachando de egoístas a nuestras emociones cuando en realidad solo buscan que respetemos su espacio.
Lo cierto es que es muy duro vivir en un vaivén continuo por navegar en la barca de la tristeza que no tiene explicación pero creo que ya nos vamos comprendiendo y que podemos encontrar pronto la llave que abre la puerta de la reconciliación con nosotros mismos…
Vamos a ver, el problema está en que sepultamos nuestros conflictos y experiencias creyendo que eso nos librará de ellos pero nada más lejos de la realidad. Cubrir la herida no ayuda a que cicatrice en su interior; de hecho, hacerlo solo es una maniobra de primeros auxilios, nos puede salvar la vida pero no nos ayuda a recomponernos. Es por esto que ha llegado la hora de someternos a una intervención a corazón abierto.
Evitamos recordar pero “lo que fue” vive con nosotros y el llanto nos sorprende cuando menos lo esperamos. Es una mera cuestión de impulsos, de algo que quiere salir y que conforma otro de los síntomas de que vivimos en el pasado. Nos sentimos limitados y no sabemos por qué, algo nos impide dar lo mejor de nosotros mismos y no hay razón aparente para ello.
Nos hemos hecho especialistas en racionalizar nuestra vida interior sin darnos cuenta de que nos estamos consumiendo por dentro. Creo que ha llegado la hora de pisar nuestro pasado y de no permitir que nuestras emociones vivan en él.
Es el momento de que tú y yo nos arranquemos el collar, de indagar y afrontar, de encontrar la llave de nuestro candado y de seguir navegando en nuestra barquita camino de la libertad.
Y querido destino, si algo no va a ser para mí no lo pongas en mi camino. Yo ya he aprendido la lección, ya he mirado a atrás y he comprendido que nada puede volver a ser lo mismo y que lo que pasó, pasó.
Y es que del pasado no se vive, del pasado se aprende y nada ni nadie, excepto nosotros mismos, puede librarnos de ellos. Es un gran error vivir en el presente recordando que un pasado que ya no tiene futuro.
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. Fuente: http://lamenteesmaravillosa.com/